La presentación de niños en el templo es una ceremonia sencilla en la que los padres se comprometen a criar a su hijo dentro de la fe cristiana. Los padres asumen la responsabilidad de dar buen testimonio como creyentes en Jesucristo para ayudar al niño a entender el amor de Dios.
En muchas iglesias, tanto los padres como la congregación reunida, se comprometen a trabajar juntos por el bienestar espiritual del niño. Sin embargo, aunque la costumbre de presentar a los niños en el templo está bastante extendida, no es un mandato bíblico. ¿Hay base bíblica para esta ceremonia con su significado tan bonito?
En la Biblia encontramos versículos bíblicos que animan a los padres a guiar a sus hijos en la fe. Uno de los más conocidos y usados en las ceremonias de presentación de niños es Proverbios 22: 6. Ese versículo exhorta a los padres o encargados del niño a instruir bien al niño y conducirlo por el camino correcto.
Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.(Proverbios 22:6)
Otro pasaje bíblico inspirador usado en las ceremonias de presentación de niños es Deuteronomio 6:4-7. Esos versículos hablan claramente sobre la responsabilidad tan grande que tienen los padres no solo de amar a Dios de todo corazón, sino de enseñar a sus hijos en el camino de la fe.
Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. 5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. 7 Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.(Deuteronomio 6:4-7)
Base bíblica con ejemplos de presentaciones de niños
En cuanto a la ceremonia en sí, en la Biblia vemos dos momentos que a veces se usan como inspiración o ejemplo. Primero, la presentación de Samuel, en 1 Samuel 1:27-28. El segundo ejemplo es la presentación de Jesús en el templo, relato que encontramos en Lucas 2:21-24.
La presentación de Samuel: ¿por qué Ana llevó al niño al templo?
La mamá de Samuel, Ana, era estéril. Por mucho tiempo, ella oró a Dios suplicando que le concediera la bendición de tener por lo menos un hijo. En una ocasión, ella fue al templo a orar y llorar delante de Dios, rogando una vez más que le diera un hijo. Allí, ella le prometió a Dios que si él le concedía un hijo varón, ella lo entregaría a Dios por siempre.
Dios contestó su oración y Ana quedó embarazada. Cuando dio a luz, vio que era un hijo varón y lo llamó Samuel (que en hebreo suena como la expresión que significa Dios oyó). Cuando destetó al niño, Ana fue al templo a llevar al niño y a ofrecer una ofrenda ante el Señor. Allí ella entregó el niño a Dios, tal como lo había prometido, y el niño creció en el templo.
Vemos, pues, que Ana llevó al niño al templo para cumplir con la promesa que había hecho delante de Dios.
Jesús presentado en el templo y su encuentro con dos personas que esperaban al Mesías
Otra presentación usada como ejemplo en las ceremonias de presentación de niños, es la presentación de Jesús en el templo. María y José fueron al templo para cumplir con lo estipulado en la ley sobre la purificación (Levítico 12) y la consagración de los primogénitos (Éxodo 13).
Estando allí, se encontraron con dos personajes muy interesantes. El primero, Simeón, era un hombre devoto y justo a quien el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin ver al Cristo.
Ese día, Simeón fue al templo movido por el Espíritu Santo. Allí vio a María, José y Jesús y se les acercó. Tomó al bebé en sus brazos y bendijo a Dios. ¡Él reconoció que Jesús era el Cristo! Adoró a Dios y le dio gracias por la bendición de ver al niño. También habló una palabra profética sobre Jesús.
La segunda persona con la que se encontraron ese día María, José y Jesús, fue una anciana profetisa llamada Ana. La Biblia dice que ella no salía del templo, sino que estaba allí siempre, adorando a Dios con ayunos y oraciones. Ana los vio y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Ese día, allí en el templo, tanto Simeón como Ana reconocieron a Jesús como el Cristo y dieron gloria a Dios.
En las ceremonias hoy día, se pueden mencionar esos ejemplos bíblicos o leer versículos que hablan sobre la importancia que Jesús daba a los niños. En la Biblia vemos que Jesús los recibía y los bendecía, no los menospreciaba ni rechazaba. Para Dios, los niños son muy importantes y él desea que sean tratados con respeto y amor. Los padres deben ser los primeros en mostrar el amor de Dios a sus hijos.
Jesús recibió y bendijo a los niños
Durante su ministerio en la tierra, Jesús dio importancia a los niños y su amor por ellos era evidente. Cuando se acercaron a él, los recibió y los bendijo, contrario a lo que pensaban sus discípulos que debía hacer. Los niños tuvieron lugar en su ministerio porque Dios ama a los niños y desea que ellos también reciban su amor.
En una ocasión, cuando los discípulos le preguntaron a Jesús quién era el mayor en el reino de los cielos, Jesús contestó lo siguiente:
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. 3 Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4 Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
Jesús puso a los niños como ejemplo de los que entrarán al reino de los cielos. Por lo general, los niños son puros, no han sido corrompidos por la maldad o las desilusiones de la vida. Dios nos llama a ser más como niños, a mantener nuestro corazón abierto y sensible ante él y ante los demás.
Jesús también hizo hincapié en que debemos recibir a los niños y no hacerlos pecar. El corazón de Dios por los niños es uno lleno de amor y de compasión.
En Lucas 18:15-17 vemos que las personas le llevaban a Jesús niños pequeños para que los tocara. Los discípulos deseaban impedirlo, pero Jesús respondió:
Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 17 Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él.(Lucas 8:16-17)
Él no solo deseaba recibirlos en sus brazos, sino que volvió a ponerlos como ejemplo de los que entrarán al reino de Dios. Los que son como niños ante Dios, esos son los que estarán en el reino de los cielos.
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