Latidos que se aceleran y pensamientos solo dedicados a la persona elegida lo demuestran claramente: si hay dos órganos que sienten el impacto a pleno del amor son el corazón y el cerebro.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la comprensión de los mecanismos que contribuyen al amor romántico y sus efectos era limitada. Pero hoy la “ciencia del amor” está descubriendo día a día los mecanismos que subyacen bajo esta poderosa emoción y sus efectos psicológicos en las personas.
“A lo largo de la historia, los seres humanos han sido capaces de componer canciones por amor, cantar por amor, bailar por amor. De vivir, morir y matar por amor”, explicó la neurobióloga y antropóloga Helen Fisher que durante casi 30 años ha puesto el amor bajo el microscopio de la ciencia. Nacida en Nueva York, es profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey y autora de los libros ‘Por qué amamos’, ‘Anatomía del amor’ y ‘La ciencia del amor’, entre otros.
Para la experta, “El amor romántico es una de las experiencias humanas más intensas. Es sin duda más fuerte que el impulso sexual. El amor romántico es una de las sustancias más adictivas que existen sobre la tierra”. Y la ciencia le da la razón en múltiples estudios.
¿Qué pasa en el cerebro y en el corazón cuando nos enamoramos?
El doctor Mario Boskis (MN 74002), cardiólogo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, director General del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico Boskis explicó a Infobae: “Desde hace décadas que se está investigando la ‘química del amor’, si esta emoción que involucra sentimientos fuertes de afecto, podría tener un sustrato bioquímico que explique sus efectos en nuestro cerebro. Varias hormonas y neurotransmisores han sido señalados como los responsables, al menos en parte, de generar tan profunda pasión por otro ser humano”.
Por su parte, la doctora Silvia Folgar, (MN 91226), médica de la División Neurología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), describió a Infobae las reacciones químicas, hormonales y de neurotransmisores que se ponen en funcionamiento en el enamoramiento: “Los estadios tempranos del amor pueden inducir estados de euforia y sensación de bienestar, que se asocian a la liberación de dopamina en el cerebro. Existen estudios hechos con técnicas de resonancia magnética funcional, que pueden mostrar en imágenes, la activación de diferentes áreas del cerebro, ante determinados estímulos”.
La experta explicó que el “procesamiento del amor” involucra los circuitos cerebrales de motivación y recompensa. “Estos circuitos están mediados principalmente por la dopamina y por la serotonina. A la activación de estos circuitos se deben la euforia y el enfoque de la atención en esa persona o pensamientos de tipo obsesivo sobre ella; el deseo de unión; la dependencia emocional y el aumento de energía. Estos circuitos de motivación y recompensa incluyen diversas áreas cerebrales”.
Un estudio de explica que la dopamina regula la motivación y la euforia, mientras que la serotonina mejora nuestro estado emocional, promoviendo la tranquilidad y la concentración.
Además, la doctora agregó: “Muchos de los aspectos conductuales del enamoramiento son muy parecidos a lo que se produce al recibir cocaína, es decir, un estado de euforia con gran energía, asociado a disminución del sueño y del apetito. La cocaína y otros fármacos como el bupropión, producen un aumento de dopamina en estos circuitos nerviosos. De algún modo, se podría decir entonces que ‘el amor es como una droga’”.
Más allá de esta intensa adicción que provoca el enamoramiento, el aumento de los niveles de serotonina, media el procesamiento de las emociones y el deseo sexual. “Cuando se encuentra en altas concentraciones genera sensación de satisfacción y bienestar. Por último, debemos mencionar una hormona llamada oxitocina, que no es un neurotransmisor, pero que su producción y liberación es regulada por el hipotálamo; encontrándose también en altos niveles en el enamoramiento. La oxitocina genera una sensación de paz y tranquilidad, y se asume que interviene en la generación del vínculo a través de la ‘sensación de conexión’”.
Este cocktail de hormonas son las responsables de la mezcla de euforia, energía, alegría y deseo pasional que embargan a todos aquellos que son “víctimas” del amor.
Amor y corazón
Cuando se pregunta dónde se siente el amor, la mayoría de las personas señalan el corazón. A pesar de todos los mecanismos hormonales que desata, esta emoción se siente en el medio del pecho. Y tiene algo de verdad, ya que la oxitocina afecta positivamente al corazón.
El doctor Boskis explicó: “Un reciente trabajo, publicado por investigadores de la Universidad de Michigan, señaló que la oxitocina es capaz de activar mecanismos de reparación en un cultivo experimental de células miocárdicas, generando nuevas células contráctiles. Otros estudios la han relacionado con la capacidad de actuar benéficamente sobre los procesos que generan inflamación de las arterias y del músculo cardíaco”.
Además, resaltó: “También se ha sugerido que el abrazo de un ser querido es capaz de incrementar los valores de esta hormona y asociarla a una disminución de la presión arterial y la frecuencia cardíaca”.
Para reforzar la hipótesis de que el amor podría tener un efecto benéfico en la salud cardiovascular, una publicación del British Heart Journal realizó un metaanálisis de 34 estudios con más de 2 millones de participantes.
“Concluyó que el estado civil podría ser un indicador de riesgo de enfermedad cardiovascular, ya que encontró que personas solteras, divorciadas o viudas tenían una vez y media más posibilidades de presentar enfermedad cardiovascular que quienes estaban en pareja. Sabemos por otra parte, que las situaciones de conflicto en una pareja, como divorcio o muerte de un cónyuge, son capaces de producir daño cardíaco, evidenciado en situaciones que se han dado en llamar síndrome del corazón roto”, explicó Boskis.
Favorece un buen descanso
La doctora Stella Maris Valiensi, médica de la sección Trastornos del Sueño del Servicio de Neurología del Hospital Italiano y presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño, expresó a Infobae en una nota reciente los numerosos beneficios para la relación y para el bienestar emocional de dormir con la pareja: “Permite disfrutar de un buen descanso, estar de mejor humor, fortalecer la conexión, reducir el estrés y, por supuesto, favorecer la intimidad. Es decir, dormir juntos es bueno en relación de vínculos”, indicó la experta
Si bien se podría pensar que compartir la cama provocaría más trastornos del sueño, debido a movimiento al dormir, ronquidos y demás, son más los beneficios que las molestias. Según la doctora Valiensi, hay investigaciones que afirman que dormir acompañado “tiene efectos beneficiosos, pues aumenta la fase REM del sueño y, además, las dos personas tienden a sincronizar la arquitectura de su sueño, lo que podría mejorar la salud mental, memoria y habilidades creativas”.
Otro beneficio del enamoramiento es que cuerpo y mente están en alerta y la persona se siente llena de energía. Así lo comprobaron investigadores estadounidenses en un estudio sobre el funcionamiento cerebral del amor romántico.
Cómo reacciona el cerebro ante una separación
Hasta aquí, el cerebro está enamorado y feliz, pero ¿qué ocurre cuando se enfrenta al fin de amor? La doctora Folgar explicó que en las situaciones de amor no correspondido o de separación, el funcionamiento de los circuitos de motivación y recompensa son totalmente diferentes.
“Se cree que una región específica del tálamo, núcleo paraventricular o PVT, regula las respuestas conductuales cuando estamos enamorados. Los estudios actuales concuerdan en que las neuronas ubicadas allí son capaces de responder de diferente manera ante las situaciones de enamoramiento y deprivación de amor. Las neuronas del PVT se activan en contextos o situaciones asociadas a la recompensa o la aversión”, expresó Folgar.
Y añadió: “Dicho de otro modo, los estímulos gratificantes (amor correspondido) o negativos (amor no correspondido o separación) provocan cambios que son detectados por estas neuronas; las que a su vez regularían la actividad de estructuras como el núcleo accumbens y la amígdala. De esta forma, el PVT regula el funcionamiento de los circuitos de motivación y recompensa que explicamos anteriormente”.
Ante una separación, por ejemplo, la doctora describió que se dispara una respuesta orgánica de estrés, “similar a la observada en los casos de deprivación de sustancias u otros estímulos asociados al placer, como por ejemplo, los alimentos. Dicha respuesta funciona como un ‘síndrome de abstinencia de amor’”, explicó.
Y sumó: “Se genera debido a una activación excesiva de los circuitos de motivación y recompensa, causada por la ausencia de esta situación gratificante. La actividad neuronal excesiva conduce al agotamiento, cuya consecuencia final es la disminución de las concentraciones de dopamina y serotonina en el cerebro”, indicó la experta y señaló que “la falta de dopamina produce sentimientos de tristeza, depresión y desmotivación. La falta de serotonina, también produce depresión, además de ansiedad y desasosiego”.
Cuánto dura el enamoramiento, según la ciencia
En una entrevista con El Mundo Helen Fisher afirmó que “amamos porque, hace millones de años, nuestros antepasados necesitaban este flujo cerebral, estos impulsos y sentimientos para dirigir su cortejo, apareamiento, reproducción y paternidad. El impulso del amor está profundamente imbricado en el cerebro humano. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico en el cerebro”. Pero, pasado ese objetivo biológico, ¿qué ocurre? ¿Cuánto dura el amor?
La doctora Folgar dijo que esta es una pregunta difícil de responder, “ya que estamos hablando de los sentimientos de las personas, con lo cual sería arbitrario decir que hay un tiempo exacto. Aun así, siendo taxativos; podría decirse que el estado de enamoramiento duraría hasta 3 años según diferentes estudios. Se asume que en ese lapso, se produce una estabilidad de los circuitos de recompensa”.
La experta explicó que pasado este período habría una “disminución en la intensidad en la actividad cerebral de los circuitos de recompensa, por ejemplo, en el núcleo accumbens, pero con persistencia de la activación de otras regiones como el tálamo y el sistema límbico, relacionadas con el procesamiento de las emociones. Dicho en términos más sencillos, se iniciaría una etapa de menor intensidad, pero de mayor estabilidad”.
Es el pase del enamoramiento “loco” al amor más tranquilo, estable y duradero. Luego de tanta revolución de neurotransmisores y emociones, los sentimientos se profundizan, la química del amor se tranquiliza, y el cerebro, agradecido.
EFE
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