Hace pocos meses atrás, me tocó ir al funeral de mi primer pastor y a pesar de lo triste que fue verlo partir, aprendí algo de él cuando ya su cuerpo reposaba "sin vida".
Pude ver el dolor por su partida, en aquéllos que en algún momento fueron enseñados, ayudados, guiados o impactados por algún acto de la bondad que lo caracterizaba.
Pero lo que atrajo mi atención fue que la gente lloraba por su partida, pero se les veía sembrada la esperanza de seguir adelante con la obra que el pastor había iniciado en ellos, tal como él lo hubiera deseado si permaneciera con vida.
Aquella esperanza y pasión que dejó sellada en los corazones de todos los que le conocimos, para mí es su mayor legado. Fue increíble ver como todos teníamos un buen recuerdo de él.
Y sorprendida por la admiración con la que contaba este valioso hombre de Dios, empecé a preguntarme cómo quiero yo ser recordada cuando esté en su lugar. ¿Cuál es el legado que estoy sembrando en quienes me rodean? ¿Cuáles recuerdos estoy dejando en la mente de la gente a mi alrededor? ¿Cuáles valores les he enseñado? ¿Qué fruto he depositado en sus corazones?
Ahí descubrí que el tiempo que hoy parece sobrarnos, mañana se vuelve muy escaso y será demasiado tarde para reutilizarlo correctamente.
Entendí que el valor de nuestro "divino tesoro" se pesa al final de nuestros días, cuando los años nos pasan factura y ya no es posible añadirle mas perlas al tesoro.
Pensando en esto, ¿no te dan deseos de hacer un alto y comenzar a utilizar tu tiempo en cosas verdaderamente importantes? Como por ejemplo, dejar de malgastar tus días observando una red social, parar de imitar un estilo de vida que no te hace sentir pleno, pero sí incluido en "la popularidad". ¿Qué tal ponerle un freno a vivir igual que el montón, y empezar a descubrir el verdadero propósito para el cual Dios con tanto esmero te diseñó?
Cuando vives influenciado por lo que otros son, el cofre de tu tesoro se convierte en una canasta acumuladora de residuos; pero cuando te haces consciente de quién eres, y vives siguiendo el camino que Dios trazó exclusivamente para ti, entonces tu tesoro se llena de valiosas piedras preciosas.
Gestiona hoy tu tiempo, y comienza ya mismo a invertirlo en aquello que te convierte en la mejor versión de ti, dedícate a lo que inspira a otros a crecer, enfócate en lo que deseas que otros recuerden sobre ti. Sé ese ejemplo que te hubiera gustado tener, y abre el camino a los que vienen detrás de ti.
Recuerda, hoy eres joven, hoy estás lleno de vida pero este tiempo no es eterno, y su final se hace cada día más inminente. ¡APROVECHÁLO! inicia a marcar las huellas que deseas que otros sigan.
Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. (Eclesiastés 11:9)
MUNDO DE CRISTO
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