La exégesis de la frase, el perfecto amor, sería «el genuino o verdadero amor». Como es natural, esto nos hace reflexionar sobre la existencia de un amor que no es perfecto (genuino o verdadero). El perfecto amor surge de Dios, cuando este permanece en nosotros. Entonces, no puede haber verdadero amor, si Dios no permanece en nosotros.
El temor no puede coexistir con el amor, porque Dios, al permanecer en nosotros, nos libra del temor. El temor es producto del castigo merecido, el cual es natural en todos. Pero como está escrito, «…el castigo de nuestra paz fue sobre él (Jesús)…»; Isaías 53:5. El amor encarnado en Jesús, hecha fuera el temor.
El que teme es porque espera el castigo, es decir, el amor de Dios no ha obrado en su vida. Poseer el amor de Dios produce confianza para enfrentar el juicio, porque como él (Jesús) es, así somos nosotros, aceptables a Dios.
BENDICION STEREO
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