El Poder de la Confesión


¿Les ha pasado que sienten una fuerte carga en su interior? Aún estando todo en orden a su alrededor, pero su alma está revuelta en un profundo pesar del corazón... 

Llegué a experimentar esa sensación donde parecía no haber salida, cuando en realidad todo estaba despejado. Y clamaba al Señor, y Él hacía su parte, liberándome de influencias espirituales que alimentaban ese estado.

Pero seguía sintiéndome igual...

Fue entonces cuando mi mente cuestionaba el por qué sentirse así, habiendo sido libre por medio de Cristo. Y resonaba en mi interior:
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9)

A lo cuál refuté: ¡Ojalá fuera tan fácil como una simple confesión! 

En ese entonces no había conversado con nadie cómo me sentía. Hasta que una noche, entre lágrimas,  decidí comentarle todo lo que me afligía, a una persona cercana y compañera en la fe.

A partir de ese momento, todo cambió. Ya no sentía cargas, ni opresión, ni los sentimientos que estaba experimentando mientras permanecía en silencio. 

Sí, el Señor me permitió confirmar el poder de confesar lo que llevamos dentro, para dejarlo atrás y vivir en la libertad que nos ha regalado

Mientras escondemos lo que nos turba, el dolor se hace más fuerte; pero cuando lo exteriorizamos, nos hacemos libres. Es lo mismo que describe David en el salmo 32:2-5.  

2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño.

3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.

4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah

Mientras callaba su ser se carcomía por dentro, pero cuando confesó sus cargas a Dios, entonces fue perdonado.

¿Por qué sucede esto? Porque somos cuerpo, alma y espíritu; habrá cargas en tú alma que requerirán tu decisión para ser sanadas. Sólo Cristo nos hace verdaderamente libres,  pero Él no puede quitar de nosotros, cosas que no le entregamos. 

Si lo que te turba tiene que ver con resentimiento hacia alguien, es necesario que hables directamente con esa persona, perdones y pidas perdón. Solo de esta manera será completamente sano tu corazón, pues en la Palabra el Señor nos exhorta a perdonar para ser perdonados, y aunque en ocasiones nos cueste dar este paso, podemos pedirle a Dios las fuerzas para hacerlo.

Por último, al igual que yo, puedes hablar con una persona madura espiritualmente para que te apoye en oración y te guie a la voluntad de Dios para ti. Así lo exhorta el libro de Santiago 5:16, no refiriéndose a que tendremos el perdón de Dios a través de la penitencia que esa persona elija, sino que el apoyo de ese hermano en oración podría ayudarnos a ser restaurados por el Señor. Pues solo Cristo es quien nos sana y nos limpia. 

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16) 

MUNDO DE CRISTO 

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